Desayunar por la mañana, viajar al trabajo, comer con amigos, hasta ver una serie en la cama… Todas estas acciones tienen un impacto en el medio ambiente y, en la mayoría de los casos, es invisible a nuestros ojos. Y si bien la actividad de las industrias impacta más que la de las personas, nuestra rutina contribuye a llevar al planeta a la emergencia climática.

Si tomamos conciencia de que la vida diaria genera emisiones, podemos pensar de qué manera cambiar ciertos hábitos para minimizar nuestra huella y hacer un mejor planeta.

Complementá el uso de materiales reciclables y envases reutilizables con una buena gestión de los residuos. Su correcta separación reducirá la cantidad de basura enviada al relleno sanitario y promoverá la economía circular, donde se extiende la vida útil de los materiales al reingresarlos al sistema productivo como materia prima.
Sé energéticamente eficiente al apagar las luces y desenchufar los aparatos cuando no los estés utilizando. Además, analizá la clasificación energética que tienen tus electrodomésticos para adquirir, de cara al futuro, los que consuman menos energía y ofrezcan las mismas funciones.
Movete de forma sostenible. Hay traslados en auto que son inevitables por la distancia, pero muchos otros se pueden hacer caminando o en bicicleta. Eliminá los viajes cortos con vehículos que contaminen la atmósfera.
Optá por productos orgánicos, ecológicos y locales. Pensá que la huella de carbono en la comida se calcula por la forma en la que se produce, el tipo de conservación que requiere y los kilómetros que debe viajar para consumirse.
Si querés ir más allá, participá en iniciativas de plantación de árboles. Además de generar sombra y fresco en verano, los árboles son los grandes productores de oxígeno y capturadores de carbono.