Migrar hacia la economía circular es clave. ¿De qué se trata? Del diseño de productos que puedan ser reusados o reciclados al final de su vida útil, y el desarrollo de nuevos biomateriales para distintas industrias (textil, construcción, packaging, entre otros) que reemplacen al plástico o a otros materiales no renovables cuya extracción genera contaminación y/o depredación de la naturaleza.

El 90% de la economía del mundo, funciona bajo un modelo lineal de extracción, producción, consumo y desecho, lo cual agrava la crisis climática, la pérdida de biodiversidad y la contaminación de los ecosistemas. Cada año, la economía global genera más de 100 mil millones de toneladas de materiales, de los que menos de un 10% se recupera para su reúso o reciclado.

En lugar de producir más y más bienes; en una economía circular se obtiene más valor de aquello que producimos, y mantiene ese valor circulando en la economía el mayor tiempo posible a través de un diseño más inteligente; soluciones digitales y un cambio de paradigma.

Al combinar las agendas de mitigación climática y de la economía circular, el mundo podría reducir un 50% la generación de residuos; un 39% las emisiones de gases de efecto invernadero y un 28% el uso de recursos naturales y materias primas vírgenes.

Consumo responsable y educación

Además de las innovaciones científicas y tecnológicas, se debería promover innovaciones sociales que permitan un cambio en los comportamientos de consumo.

Sin duda, para lograr una mayor conciencia ambiental, la educación es la protagonista. La educación ambiental debería comenzar desde el nivel inicial y extenderse hasta el nivel universitario y superior.

La transición hacia una economía circular, donde los recursos se reutilicen y reciclen en lugar de producir todo el tiempo objetos nuevos que terminan acumulándose o en la basura, es urgente e indispensable. Las soluciones tecnológicas y los nuevos modelos de negocios están disponibles. El tiempo de hacerlo es ahora.

No tenemos un planeta B. ¡Sé parte del cambio!