Un motor para nuestra supervivencia y desarrollo

Son fundamentales para el futuro de la humanidad y el planeta. Además, el impacto ambiental que implica su producción es bajo: no provocan gases de efecto invernadero (causantes del cambio climático), emisiones contaminantes, residuos ni requieren de la utilización de recursos finitos como los combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas natural). Con ustedes, las energías renovables.

Se las identifica por provenir de fuentes naturales inagotables como el sol, viento o agua, y se distinguen porque en sus procesos de transformación y aprovechamiento no se consumen a escala humana, ya sea por la inmensa cantidad de energía que contienen o porque son capaces de regenerarse en el tiempo.

Los beneficios de estas energías son incontables para el mundo: van desde la diversificación de la matriz energética de las naciones hasta el fomento de la industria; y desde el crecimiento de las economías regionales hasta el impulso del turismo. Las energías renovables se dividen en energía solar, eólica, hidráulica, geotérmica, mareomotriz, undimotriz y biomasa (o biogás).

A veces, disponer de un tipo específico de energía renovable depende de las características geográficas de cada región. Por ejemplo, mientras las energías solar e hidráulica están presentes a lo largo del territorio argentino, la energía eólica está concentrada en Santa Cruz, Chubut, Río Negro y Buenos Aires. Otro caso similar ocurre con la energía geotérmica, ya que nuestro país cuenta con 4 puntos de interés para su impulso (Copahue y Domuyo en Neuquén, Tuzgle en Jujuy y Valle del Cura en San Juan).

Las energías renovables son consideradas un factor clave en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos el 25 de septiembre de 2015 por los líderes mundiales para proteger el planeta, luchar contra la pobreza y construir un mundo más próspero, justo y sostenible de cara a las próximas generaciones.