¿Pensaste alguna vez en los beneficios de plantar tus propios alimentos?

Comidas libres de tratamientos químicos, más vegetales para una alimentación saludable y variada, y otra forma de conectar con la naturaleza y con tu familia. La huerta ecológica que te vamos a compartir es ideal para lugares chicos, para el patio o incluso para el balcón. No tenés excusa, ¡así que tomá nota!

Paso 1: Para empezar, necesitás un espacio de tierra con sol (estratégico para que la huerta viva todo el año), compost, agua y semillas. Te recomendamos que sumes materiales como tubos de hierro y/o alambres que te permitirán sostener, como una especie de tutor, las plantas verticales. Si no tenés una porción de tierra, podés utilizar macetas o pedir una caja de verduras en una verdulería, colocás tierra fértil y alrededor una bolsa de consorcio con agujeritos en el fondo para que filtre el agua y listo.

Paso 2: De acuerdo a lo que quieras cultivar, te recomendamos que dividas el área disponible en cuadrados. Cada uno puede tener una hortaliza distinta. Por primera y última vez deberás comprar las semillas y, para tener la huerta en marcha, necesitarás más después. Lo bueno es que te vas a abastecer de ellas con el propio cultivo.

Paso 3: Tenés que tener en cuenta la distancia necesaria entre las plantas, para que todas puedan crecer sin estorbarse. Ubicar las más grandes en las filas de atrás y las más chicas adelante, más cerca a la dirección en las que comienza a llegar el sol.

 

Paso 4: A partir de la huerta, podrás conocer las hortalizas de cada temporada. La rotación de cultivos tiene que ser la siguiente: raíz, hojas y frutos. Es decir, si plantaste raíz, en la temporada siguiente plantá hojas, y en la siguiente, frutos. Para tener una referencia, podrías empezar con zanahorias, lechugas, tomates, calabazas, achicoria, espinacas, berenjenas, perejil o albahaca.