La salud y el bienestar de las personas está estrechamente relacionado con el ambiente del cual formamos parte. Es un círculo virtuoso en el que las conductas individuales, colectivas y empresariales que potencian un desarrollo responsable, redundan en una mejor salud de los individuos y de la comunidad, al mismo tiempo que propician la sostenibilidad del planeta.

  1. Menos carne y más vegetales. El cambio climático también afecta a la salud. Los fenómenos meteorológicos y el aumento de temperaturas y precipitaciones, propician la aparición de enfermedades cardiovasculares, el paludismo o la malnutrición. Cada año todas las vacas del planeta liberan a la atmósfera 100 millones de toneladas de gas metano que tienen el mismo efecto que 2. 500 millones de toneladas de CO2. Una dieta con menos carne y más productos vegetales es la mejor receta para reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero al tiempo de seguir una alimentación más saludable.
  2. Caminá siempre que puedas. Caminar no sólo mejora la salud de tu corazón, sino la de tu ciudad y la Tierra toda. Los vehículos que utilizamos para trasladarnos a base de combustibles fósiles, son altamente contaminantes y se han convertido en un gran problema ambiental que atenta además contra la calidad de vida y la salud de las personas. Se ha demostrado que, cuanto menos contaminado esté el aire, mayor es la esperanza de vida.
  3. Compartir bienes en vez de poseerlos. Gracias a las nuevas tecnologías y el uso de las redes sociales, hoy podemos reinventar las formas tradicionales de compartir, intercambiar, prestar, alquilar y regalar. De este modo, contribuimos al ahorro de materias primas y recursos naturales (agua y energía por ejemplo) necesarios para la fabricación de los productos y sus impactos sobre el medio ambiente. Y, consecuentemente sobre la salud de las personas. Es lo que se llama “consumo colaborativo”.
  4. Consumir responsablemente. Las etiquetas son una herramienta de vital importancia para poder elegir, tomar una decisión acertada y realizar un consumo responsable para disminuir nuestra huella. Y no se trata solo de las de alimentos y bebidas, que hoy con el etiquetado frontal podemos visualizar fácilmente. Conocer también si son productos agroecológicos u orgánicos libres de agroquímicos, sumamente dañinos para la salud de las personas y la del ambiente; saber de qué está hecho el packaging (material reciclado, reciclable, etc); leer la etiqueta de Eficiencia Energética nos permite conocer, de manera rápida y fácil, el consumo de energía de los electrodomésticos y cuál es su nivel de eficiencia energética; las etiquetas de la ropa para saber con qué materiales fueron confeccionadas, ¿nylon?  Incorporar este hábito nos permitirá inclinarnos por productos más ecológicos, que respetan y cuidan nuestra salud y la de la naturaleza.
  5. Fomentá el empleo verde y la economía sostenible. El empleo verde es aquel que contribuye a evitar emisiones de gases de efecto invernadero, reducir los residuos y la contaminación, cuidar el agua y la energía y preservar los ecosistemas protegiendo la biodiversidad. Un trabajo así,  no solo cuida el medio ambiente sino que también crea un entorno más saludable, promotor de la salud. En definitiva, si no trabajas en una empresa que esté comprometida, proponer y alentar para iniciar una transición es una buena idea. Los beneficios de este tipo de políticas, permite no solo reactivar la economía, cada vez más consumidores tienen en cuenta esto a la hora de elegir una marca, sino que además, es una oportunidad para ser partícipes del cambio y migrar a un modelo sostenible más amigable con la salud de las personas y la del planeta.