Aunque sus resultados pasaron casi desapercibidos frente al furor que generó en Argentina y el mundo la victoria de Messi y la Scalonetta, lo que se jugaba en la gélida ciudad canadiense, en diciembre pasado, era nada menos que el futuro de la diversidad biológica en el planeta.

Dicho así, parece dramático. Y, lo es, frente a estudios como el último informe del PNUMA (Programa de Naciones Unidas para el Ambiente), que habla de un millón de especies al borde de la extinción; diez campos de fútbol de bosque que se pierden por minuto por la deforestación y tres millones de personas afectadas por la degradación de los suelos (casi la mitad de la población mundial), Y a todo esto,  debemos sumar  la desaparición de miles de seres vivos de los que ni siquiera conocíamos su existencia.

Un acuerdo histórico se logró en Montreal, Canadá, en la COP 15 cuando 180 países convinieron proteger y revertir la degradación en el 30% de los ecosistemas terrestres y acuáticos más relevantes para 2030 bajo el nombre 30×30, y se acordó crear un fondo de 30 millones de dólares para financiar a los países menos desarrollados para acciones directas de preservación de la naturaleza.

Debemos tomar conciencia de la necesidad de coexistir con la vida silvestre, comprender que cada animal y planta cumple un rol importante en su  ecosistema; y que protegerlos es prioridad para preservar la biodiversidad, e imprescindible también, para preservar nuestra propia existencia.